Después de preparar las calabazas los más pequeños se disfrazaron, había vampiros, monstruos, brujas, esqueletos y demás, aunque más que miedo inspiraban ternura. Tras unos momentos de indecisión, grandes y chicos nos dispusimos a dar una vuelta al pueblo pasando por todas las casas pidiendo dulces.
Los gritos y las risas de los niños llenaron las calles de Valsalobre durante un par de horas.
En algunas casas “las chuches” volaron por las ventanas…
…en otras puertas los pequeños hacían ordenadas filas.
En general todos contentos y satisfechos, los dulces repartidos y el dinero recogido a buen recaudo para organizar en un futuro una buena merienda.
Los peques disfrutaron y con ellos todos los mayores que les acompañamos o que les abrieron sus puertas. Gracias a Silvia que fue la que tuvo la iniciativa de hacer esta actividad.
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