6 de noviembre de 2011

Preparando las calabazas

A pesar de que a muchos les puede llegar a parecer una tradición importada, la verdad que vaciar calabazas y colocarles una vela dentro en la noche de Todos los Santos no viene de Estados Unidos, sino que en su momento la exportamos allí desde Europa. Por lo que he podido saber, se trata de una tradición ancestral relacionada con el año nuevo celta, la luz servía para guiar a las almas en la noche de difuntos y se llevaba a cabo en muchas zonas de España, entre ellas en buena parte de la provincia de Cuenca.

Así que con las indicaciones de los que, hace años, de pequeños habían vaciado sus calabazas en Valsalobre, como Jesús, Jose María y Juanjo, nos pusimos manos a la obra. Los pequeños tuvieron que buscar por todo el pueblo, así "la Nati" y sobretodo "la Primi" aprovisionaron de calabazas a casi todos ellos. Muchos de los peques ya estaban maquillados de manera aterradora, Pilar se había encargado de ello durante la tarde.


La labor con cuchillo quedaba reservada para los más grandes y los pequeños con sus cucharas vaciaron las calabazas.




La asistencia fue todo un éxito, todos los pequeños y muchos de los no tan pequeños nos juntamos para preparar nuestras calabazas.




La verdad es que tal y como nos explicaba Jesús o Juanjo, se debían rascar a conciencia para que una vez colocada la luz dentro, la calabaza fuera practicamente traslucida y el efecto fuera más impactante. Quedaron todas muy auténticas y algunas especialmente terroríficas a pesar de que nos faltó en general rascar más.



Ernesto recordaba el montón de calabazas que vaciaban antes de conseguir una que quedará realmente bien. En la cámara, contaba, había un buen montón y de todas formas había que prepararselas para el gorrino. También me explicó como asustaban con las calabazas al que abría la puerta cuando llamaban o como las colocaban en los callejones más oscuros.

Angelito se reía ahora, pero no le resultaba tan gracioso cuando, según me decía, pasaba de pequeño corriendo muerto de miedo por el Olmo controlando de reojo a las calabazas que le miraban con sus ojos encendidos desde la barbacana del atrio de la iglesia. Jose María se acordaba de la calabaza que ponían en el campanario, con una buena vela, aguantaba encendida casi toda la noche.

Cuando terminamos los pequeños se disfrazaron y encendieron sus calabazas para dar una vuelta por el pueblo.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonita iniciativa, buen trabajo!!!

Eve dijo...

Muy bien la fiesta, y muy bueno el reportaje, gracias Vicente.